Historias increíbles

Tigres y leones en pisos, pumas en chalets, linces, monos, serpientes...

Historias que ellos no pueden contar

Debemos hacer eco de sus historias; rescates, maltratos...

Historias que podrían haber sido la última

Cachorros, ancianos, con pedigree, inválidos... Da igual su raza y "valor".

Historias de rechazo

Muchos son abandonados cuando dejan de ser "útiles".

Historias de supervivencia

Historias que narran la lucha por sobrevivir al abandono.

29/11/12

En busca del fin





La carrera espacial no se ha nutrido sólo de "superhombres" formados como astronautas, ni de sofisticadas naves aeronáuticas. 
Uno de los mayores aportes, con mucha pena y poca gloria, lo han hecho los monos que han dejado sus vidas en pro del avance de la ciencia.

En 1948 Albert se convirtió en el primer mono que la Nasa enviaba rumbo al espacio. Su aventura duró poco. Murió sofocado durante el vuelo.

En 1949 Albert II, así se llamaba el segundo mono astronauta, voló también al espacio, muriendo por un choque brutal durante el trayecto. A éste le siguieron Albert III y Albert IV, muertos también por graves impactos. 
Albert V, otro mono pasajero de un cohete, como los anteriores, falleció por un defecto en el paracaídas cuando la propia nave lo expulsó para comprobar las medidas de seguridad de la misma.

Finalmente fue Albert VI el primer primate que sobrevivió a un vuelo espacial. Eso sí, murió dos días después de volver a la tierra, seguramente por la presión y el estrés padecido durante todo el vuelo.
Sin embargo, todos éstos no fueron los últimos en viajar.
Sólo los primeros.
A ellos les siguieron otros muchos. Unos murieron igual que ellos y otros salvaron su vida, aunque, seguramente, desorientados, perdieron para siempre el sentido de las mismas.
Y no sólo fueron los americanos, también los rusos, franceses y hasta argentinos han mandado monos al espacio a lo largo de todos estos años.
Así que en estos días en los que tanto se está hablando de Marte y de los descubrimientos tan fantásticos que nos reserva ese planeta, no puedo olvidarme de todos aquellos animales que son parte olvidada de la historia. Seres anónimos que, por no tener, no tenían ni siquiera un nombre distinto, sino el mismo con distinta numeración.
Por eso, cuando paseo por el Centro de Rescate y me acerco a los monos recogidos en el mismo y veo sus ojos, esos ojos tan humanos que no dejan de hablarme.
O cuando alargan sus brazos y con sus manos estrechan las mías y las aprietan buscando calor y protección. 
O cuando se nos abrazan al pecho para dormirse escuchando el latido de nuestro corazón.
No dejo de pensar en todo el dolor, en la angustia, en el sufrimiento que debieron vivir todos aquellos que sin saber por qué ni para qué, sin tener la menor idea de cuál sería su fin, un día se vieron metidos en una nave con destino a morir.

22/11/12

El significado de ser un coatí


Ser coatí en libertad significa;
Extremadamente sociable, su vida transcurre en grupos de veinticinco o treinta miembros que, entre ellos, establecen unos lazos de amistad muy estrechos.
En realidad, en su mayoría serán familia. Primos, hermanos e hijos que vivirán en armonía durante todo el año.
La reproducción se producirá sólo durante los meses de marzo y abril. Tras ella, sesenta y cinco días más tarde, nacerán de una a media docena de crías que se incorporarán al grupo. 

Los coatíes caminan apoyando sus cuatro patas y, como atletas que son, suben a un árbol con la misma facilidad con la que trepan sobre sus ramas o corren sobre el suelo. 
La madre naturaleza, a través de la tierra, les da toda la comida que necesitan. Lo mismo se alimentan de gusanos que de lagartijas, igual de fruta que de verdura. 
Ser coatí en libertad significa vivir felizmente.

Ser coatí en una jaula significa;
Comprados en tiendas siendo crías pasan del encierro del expositor en el que se oferta su vida a un encierro de alambre y hierro.
Su alimentación será, a partir de ese momento, comida de perro o gato. 
La temperatura ambiente pasará a ser la que marca en casa el termostato de la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano. Las horas de sol vendrán reguladas por el interruptor de la luz.
Intentarán encontrar en el sofá de la casa un mullido árbol y, en las cortinas, ramas por las que trepar cada día. Los destrozos no se harán esperar. 

Sin embargo, lo peor estará aún por llegar. Según se acerque la primavera, su instinto natural comenzará a aflorar. El territorio será a partir de ese momento un lugar a defender y sus dueños, adversarios con los que competir. 
Entonces llegarán las agresiones. Y así, meses más tarde, unos acabarán siendo abandonados y otros donados a centros donde vivirán encerrados para siempre.
Ser coatí en una jaula significa morir indignamente.

Los coatíes recogidos en el Centro de Rescate de Animales Salvajes de Alicante Arca de Noé viven en un recinto especial adaptado a sus necesidades junto a un grupo numeroso de mapaches.



Raúl Mérida

16/11/12

Pincho, el puercoespín africano


 Puercoespín Africano -Hystrix Cristata-. De unos 60 cm de largo y 25 de altura, pueden llegar a pesar más de 15 kg. Su característica más llamativa son sus largas y afiladas púas. Procede de África, aunque actualmente existen ejemplares viviendo en libertad en el sur de Italia y en Asia, seguramente introducidos hace siglos por los romanos durante su imperio.

Diciembre de 2009. Playa de Punta Cires. Marruecos. Una de la madrugada.
Una lancha en la orilla es cargada a toda prisa. Decenas de cajas y jaulas se depositan sobre la misma.
Minutos más tarde la embarcación arranca motores y las hélices comienzan a cortar el agua. La noche cubre el cielo. El viento frío hiela la respiración.
Catorce kilómetros y medio les separan de su destino: España.
Uno de ellos comprueba el cargamento: droga, tabaco de contrabando y varias jaulas con pequeñas crías de puercoespines. "¿Quién querrá eso?", se pregunta en voz alta. "¡Estate atento!", le dice el compañero. "Ya sabes lo que tienes que hacer. Si ves la patrullera, lo tiras todo al mar. Las pruebas tienen que ser destruidas".
Los animales, apiñados unos sobre otros, se protegen del frío y del miedo.


Poco saben de todos los que cada año mueren ahogados en el fondo del mar atrapados en sus propias jaulas. Finalmente, llegan a Tarifa. Fin del viaje.

Varias personas les esperan para descargar el alijo. Todo llega vendido. La droga viaja a Madrid. El tabaco se queda en el sur. Los puercoespines, para Alicante, Valencia y Murcia.
Las reservas de animales realizadas por Internet han sido convenientemente atendidas.
Uno de los puercoespines ha sido comprado por una familia de Altea. Un chalet adosado será su próximo hogar.
"¡Nueva vida!", debieron pensar sus dueños. Adiós a su familia. Ningún contacto con otros animales como él. Cambio de paisaje. Cambio de costumbres: Vivirá de día pese a ser un animal nocturno. Para comer: pienso de gato, aunque sea herbívoro. Y responderá a un nombre: "Pincho". Y "Pincho" se acostumbró a ser una mascota. Atendía a la llamada de sus dueños, aprendió a comer lo que le daban y a que su vida transcurriera en los diez metros cuadrados escasos que medía el patio en el que vivía. Pero nada podía hacer contra su naturaleza. Sus pinchos eran cada vez más largos y por la noche había descubierto cómo escapar de su encierro a través de un pequeño agujero. Así que pronto comenzaron a aparecer coches pinchados por sus púas y algún que otro perro que también se llevaba alguna cuando intentaba atacarle.
Un día alguien denunció a sus dueños. El animal fue retirado y ellos sancionados.

Ahora "Pincho" vive en el Centro de Rescate de Animales Salvajes de Alicante, en el Arca de Noé. Desgraciadamente no podrá jamás volver a vivir en libertad. Posee el peor defecto para ello. Es amigo de su peor enemigo: el hombre.


Raúl Mérida

8/11/12

Solo, león víctima de la explotación económica


<<El león -Panthera leo- es un mamífero carnívoro que puede llegar a pesar  más de 250 kilos de peso en estado adulto. Viven, principalmente, en África y Asia. Es muy territorial aunque, habitualmente, su vida transcurre en manadas jerarquizadas>>.

Siendo un bebé llegó a su nuevo destino con un contrato que cumplir.  Por la noche un cámara ofrecería  a los clientes de la discoteca fotografiarse a su lado. Por la mañana sería a los rezagados que permanecieran en la barra de fuera.
Las expectativas se cumplieron. Miles de personas se fotografiaron aquel verano a su lado.
Pero pasó el tiempo, el calor dio paso al otoño y luego al invierno.  El animal fue cumpliendo edad y, con seis meses recién cumplidos, ya lucía  cuerpo de apariencia adulta aunque escondiera en su interior a un  cachorro con ganas de jugar.

No era posible explotarle más. Por un lado su tamaño. Por otro sus ojos. Foto a foto, flash a flash, había quedado ciego para siempre.


Nunca más volvería a ver.
Así que fue atado a la cornisa de una terraza exterior con una cadena de hierro de apenas un metro de larga. Esa sería su vida a partir de ese momento.
Mientras tanto, la música de la discoteca cada noche seguía penetrando en sus oídos como un punzón que perforaba  una y otra vez sus tímpanos.
Un león en libertad puede oír incluso lo que no es capaz aún de ver. Oye el viento cuando nace entre las montañas, oye la lluvia que se forma entre las nubes.
Pero un día él descubrió que ya no escuchaba nada. En su interior se había instalado el silencio.
Nunca más volvería a oír.

Finalmente la existencia de aquel león fue denunciada. Intervinieron las autoridades. El animal fue requisado. Comprado por Internet procedía del tráfico ilegal de especies. El propietario fue sancionado.

Recuerdo perfectamente aquella mañana de enero en la que acudimos a recoger a aquel pobre león ciego y sordo que ya sólo podía olernos.
Le pusimos una simple correa alrededor del cuello que él olfateó y nos lo llevamos de allí mientras pensábamos que nombre le podríamos poner a aquel león que siempre había vivido solo.

<<Solo vive en el Centrode Rescate Arca de Noé en el Roal, Villafranqueza, Alicante>>          

1/11/12

Grandes felinos salvajes obligados a ser gatos




Ocho de la mañana. 
Un pueblecito catalán a orillas de la Costa Brava despierta como un día más. Algunos de sus habitantes han comenzado hace horas con sus tareas diarias, otros se acaban de levantar. Los adultos van al trabajo, los niños se preparan para el cole.

En las urbanizaciones cercanas al pueblo las casas comienzan también a abrir sus ventanas. En una de ellas se escucha: "¡Dejad ya de jugar con el gato! ¡Coged las mochilas y para clase!".

Los vecinos escuchan los gritos. Una vecina mira enfadada hacia la casa -"¡Con el gato!", dice. La otra desde la ventana piensa: "¡Pobre animal!".
Los niños se marchan al colegio.
El "gato", un puma adulto que multiplica por varias decenas el peso de cualquier minino, se sube de un salto hasta un poyete sobre el muro de la casa. De porte altivo, atleta de nacimiento, no hay altura que le impida llegar hasta donde se propone.

Tranquilo, ajeno al temor que despierta su tamaño, cierra los ojos y duerme durante un rato. Como buen felino, sueña, se imagina en esos instantes su vida en medio de la selva. Salta de roca en roca, de árbol en árbol, sintiendo el olor de la libertad. Al rato despierta cansado de siempre descansar. Escucha el horizonte. Son las diez y media. A cientos de metros de allí, suena la campana del colegio que anuncia el tiempo de recreo. Pese a la inmensa distancia, oye a los niños que, alegres, gritan y juegan.
No lo piensa. De un salto recorre los dos metros que le separan del suelo. Después una rápida carrera y en pocos instantes ya está en la valla que rodea el patio. Los niños lo ven. Todos corren asustados, hacia las clases. Todos menos los hijos de sus dueños que se acercan a acariciarlo.
Él salta dentro y se roza sobre ellos mientras se entretiene olisqueando los almuerzos olvidados sobre el suelo.
Quizás sea verdad, quizás sea sólo un "gato" con la fuerza de un león. Un puma enjaulado en las normas de la civilización.
Minutos más tarde llegó la Policía, alguien les avisó. El animal fue requisado y sus dueños sancionados.

Ahora vive en Alicante, en nuestro Centro de Rescate de Animales Salvajes junto a otro compañero como él y cada vez que cierra los ojos y parece soñar, siempre pienso si seguirá imaginándose entre plantas y valles o lo hará con aquellos niños que nunca supieron que aquel gato no era sino un puma al que sus padres un día quitaron la libertad.


Raúl Mérida